Cuando la situación económica no es que pintara demasiado bien para el común de los ourensanos, llegó la pandemia, allá por el mes de marzo para acabar de arreglar el panorama. Pasear por las calles de Ourense, deja una estampa que muchos ourensanos reconocen no haber vivido en la ciudad jamás. Negocios de toda la vida que echan el cierre y otros que apenas han tenido tiempo de echarse a caminar se ven abocados a renunciar a un sueño que no consiguió emprender vuelo.
Ya no hace falta adentrarse en alguna de nuestras galerías, que nunca han estado demasiado concurridas en cuanto a vida comercial se refiere, para ver el cartel de «Se Alquila» en el medio de una persiana bajada. Muchos de estos comercios han pasado del comercio físico al virtual, algo para lo que no todos estaban preparados. Con mayor o menor éxito el comercio ourensano se resiste a bajar la persiana, para muchos de ellos ya es demasiado tarde.
Triste realidad la que tenemos, aunque si nada lo cambia, más triste es el futuro que está por venir.