
El pasado 6 de diciembre, la Policía Nacional halló el cuerpo sin vida de un hombre en un edificio abandonado del barrio de A Ponte.
Todo comenzó con una llamada de aviso de una persona que alertó de la presencia de un cuerpo en el edificio en ruinas, justo donde se cruzan Basilio Álvarez con la Avenida das Caldas. Hasta allí se desplazaron varias patrullas de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana, que activaron el protocolo habitual: acordonaron la zona, avisaron al Juzgado de Guardia y solicitaron la presencia de los equipos de Policía Científica y Policía Judicial.
Tras la inspección inicial, tanto el forense que acompañaba a la comisión judicial como los agentes coincidieron en que no había indicios de una muerte violenta ni señales que apuntasen a lo contrario. A partir de ahí, las gestiones se centraron en la tarea de poner nombre al fallecido.
El estado del cuerpo obligó a decretar el levantamiento del cadáver y a trasladarlo al Instituto de Medicina Legal de Galicia (IMELGA), en el CHUO, donde se practicó la autopsia. Allí, especialistas de Policía Científica exploraron varias vías para su identificación. Una de ellas fue la dactilar, aunque al principio parecía inviable debido al mal estado del cuerpo.
Finalmente, mediante la regeneración de varias falanges distales, lograron obtener huellas válidas para su cotejo. Ese avance técnico permitió una identificación completa sin necesidad de recurrir a otros métodos más lentos.
El hombre resultó ser un varón de 45 años que llevaba meses residiendo en Ourense. Era conocido por otras personas que también frecuentaban el edificio en ruinas donde fue encontrado. Una vez confirmada su identidad y tras comprobar que ningún familiar asumía la custodia del cuerpo, los restos fueron puestos a disposición de los servicios sociales del Concello de Ourense.






