
El Área de Igualdad de la Diputación de Ourense mantiene viva su campaña “8M, mes a mes”, una iniciativa que en este mes de diciembre pone el foco en las mujeres del sector agrogandero bajo el lema “As pastoras da igualdade”. Un reconocimiento que mira de frente al rural y a quienes lo sostienen día tras día. En esta ocasión, la protagonista es Elvira Pérez Vilanova, natural de A Bola, ejemplo de trabajo silencioso, constancia y profundo arraigo a la tierra.
El homenaje busca dar visibilidad al papel esencial de las mujeres en el ámbito agrogandero, un sector clave para el presente y el futuro de la provincia de Ourense. Su aportación va más allá de la economía: garantiza sostenibilidad, mantiene la cohesión social y fija población en un rural que resiste frente al abandono.
La diputada de Igualdad, Teresa Barge, subrayó la necesidad de seguir apoyando este modelo de vida, destacando la importancia de mantener “os rabaños nos montes, especialmente trala vaga de lumes vivida este último verán na provincia”. En ese sentido, recordó que el trabajo diario de las ganaderas no solo asegura alimento y actividad económica, sino que también cumple una función decisiva en la prevención de incendios, al conservar los montes limpios y proteger el patrimonio natural.
Barge fue más allá y definió el trabajo de las mujeres ganaderas como “un acto de resistencia e de amor pola terra”, poniendo en valor que gracias a ellas “os montes seguen vivos, as aldeas manteñen a súa identidade e a provincia de Ourense conserva a súa forza”. Un esfuerzo que, como señaló, debe ser respaldado desde las administraciones públicas, ya que cada mujer del rural encarna “a loita pola igualdade e pola dignidade do noso rural”.
Elvira Pérez lleva desde 1994 al frente de una explotación que hoy cuenta con 190 ovejas. Su trayectoria no ha sido sencilla. Ella misma recuerda que comenzar desde cero en el sector primario exige una inversión enorme de tiempo, recursos y sacrificios. Un camino largo, lleno de obstáculos, que pocas veces recibe el reconocimiento que merece.
La dureza del oficio forma parte del día a día: madrugar sin descanso, subir al monte con los animales, cumplir con una rutina sin fines de semana ni festivos. Una vida exigente que refleja, mejor que cualquier discurso, el compromiso real de quienes siguen apostando por el rural ourensano, incluso cuando todo parece ir en contra.






