Alumnado de Educación Infantil de la UVIGO realiza una práctica sonora en la Sala Alterarte del Campus de Ourense

Innovación educativa no campus de Ourense
Innovación educativa no campus de Ourense

Antes de lanzarse a una práctica sonora, el alumnado de 3.º del Grado en Educación Infantil recibió una invitación especial por parte de la profesora de la materia “Expresión Musical e a súa Didáctica”, Lucía Casal de la Fuente. Les propuso visitar la exposición “A familia e outras aves”, la obra plástica de Javier y Jorge Varela instalada en la Sala Alterarte del Campus de Ourense de la UVIGO.

La propuesta parecía sencilla, casi un juego: una vez dentro de la sala, cada estudiante debía anotar en un papel los primeros sonidos que la propia exposición les despertase. Sonidos del pasado, del presente o incluso del futuro. Paisajes sonoros de algún momento vital, recuerdos que afloran sin avisar. En esencia, se trataba de responder preguntas tan abiertas como íntimas: ¿a qué suena esta exposición? ¿Qué sonidos me evoca? ¿A qué me recuerda?

Días después, ya en el aula, llegó el momento de compartir impresiones. Uno a uno, fueron poniendo voz a esos sonidos que la obra había logrado activar. Y, justo después, la docente lanzó un nuevo reto: escoger algún recurso de la Aula de Música y buscar la manera de sonorizar aquello que habían imaginado.

Hubo quien optó por reclamos de aves, otros se inclinaron por flautas de émbolo, y también aparecieron objetos más inesperados, como parasol chinos, habitualmente empleados en danzas. Su simple gesto de abrir y cerrar podía recordar al batir de las alas de un pájaro. Pequeños hallazgos que muestran cómo lo cotidiano puede transformarse en música.

Tras probar estos recursos en clase, el grupo volvió junto a la profesora a la propia sala de exposición. Allí realizaron una sonorización in situ, permitiendo que los sonidos dialogasen directamente con las obras. La docente pidió a cada estudiante que se situase en el lugar que desease sonorizar y fue dando entrada a cada instrumento, como si estuviera dirigiendo una orquesta hecha de intuiciones, silencios y exploraciones personales.

En un segundo momento, se les planteó un desafío más poético: mientras interpretaban los sonidos, debían trasladarse mentalmente a esos lugares o instantes que habían inspirado sus anotaciones. La sala, por unos minutos, se transformó en un puente entre memoria y creación.

Para cerrar la actividad, trabajaron distintas cualidades del sonido, como la intensidad, la dinámica o la duración. Conceptos musicales trasladados a un contexto poco habitual: no la tradicional Aula de Música del Edificio de Ferro, sino un espacio artístico que abría otras posibilidades de aprendizaje.

Esta práctica buscaba, en el fondo, poner en valor los recursos del entorno, como las exposiciones artísticas, y aprovecharlos con un enfoque didáctico. Un ejemplo inspirador para quienes serán docentes de Infantil: propuestas que alimentan la creatividad, estimulan la imaginación y ayudan a construir una educación más conectada con los espacios cercanos, esos que tantas veces pasamos por alto.

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